Una estrategia común en la generación de valor es transferir parte de esa responsabilidad al cliente a cambio de un precio más bajo en el producto o servicio ofrecido.
Esto resulta especialmente beneficioso en aquellas etapas del proceso que aportan un valor aparentemente mínimo al consumidor pero que conllevan costos significativos para la empresa.
Los clientes se ven favorecidos al asumir una mayor participación en la eficiencia y ahorro de tiempo, al realizar ciertos esfuerzos por cuenta propia.
Esta modalidad también puede contribuir a mejorar la eficiencia del proceso, dado que el cliente puede completar ciertas etapas de generación de valor de manera más rápida y precisa que la propia organización.
En términos de lograr economías de escala y optimización de recursos, resulta beneficioso el aprovechar un mismo activo para múltiples negocios.
Un ejemplo claro de esto es la estrategia de McDonald's, que utiliza una misma ubicación para albergar tanto sus restaurantes de comida rápida como sus cafeterías.
Esta práctica permite maximizar el rendimiento de un activo fijo al ofrecer productos y servicios diferentes en un mismo espacio, lo que incrementa la rentabilidad y eficiencia operativa de la empresa.
