La práctica de hacer público el código fuente de un software, conocida como código abierto, promueve la transparencia y la colaboración entre los desarrolladores de software.
Al compartir el código, se fomenta la mejora continua del producto a través de aportes de la comunidad, lo que resulta en un software más robusto y seguro.
Los usuarios individuales tienen la posibilidad de utilizar el software de forma gratuita, lo que democratiza el acceso a la tecnología.
Aunque el software en sí puede ser gratuito, las empresas que adoptan esta filosofía suelen monetizar a través de servicios adicionales como consultoría, soporte técnico personalizado y formación.
Esto crea un ecosistema sostenible donde tanto los desarrolladores como los usuarios se benefician mutuamente.