En este modelo de negocio, en lugar de adquirir un producto de forma permanente, el cliente opta por alquilarlo, lo que le permite acceder al uso del mismo pagando una tarifa por un periodo determinado.
Esto representa una ventaja para el cliente, ya que reduce la cantidad de capital inicial requerida para obtener el producto, lo que puede ser beneficioso en términos de presupuesto y liquidez.
Por otro lado, la empresa se beneficia al poder obtener márgenes de beneficio más altos en cada producto, ya que puede generar ingresos recurrentes a través de los alquileres.
Además, ambas partes experimentan una mayor eficiencia en la utilización del producto, ya que se minimiza el tiempo en que el producto no está siendo utilizado, evitando así la inmovilización de capital en inventarios.
Esto puede traducirse en una gestión más eficiente de los recursos y una mayor rentabilidad para ambas partes involucradas en la transacción.
